Eras atrás, el dios Nadiackus se atrevió a amar lo prohibido. Y fue castigado por ello.
Eras atrás, llenó de Mal, Envidia, Destrucción y Dolor la tierra. Pero, sobre todo, la llenó de Muerte. Y fue castigado por ello.
Ahora, planea su venganza. Y Muerte será de nuevo la espada que la cumpla.
Porque Ella, la Dama de los Mil nombres, tiene el poder de aniquilar las almas y hacer que todo colapse. Ella traerá la Oscuridad eterna.
Una Oscuridad que ya llena los sueños de la duquesa de Erisias, que tiñe de púrpura el cielo de la insigne ciudad de Duin-Trágh y que arrastra en el viento la palabra «Ynsheran», algo que todos temen. Una amenaza que no descansará hasta derramar la sangre del linaje más antiguo de Hérenthor.
Pero, como dicen los sabios de Meironn, cuando el Mal y la Oscuridad reptan entre las sombras, el Bien y la Luz se alzan con alas de cuervo y afilados dientes de lobo. Dispuestos a hacerles frente.
Aun cuando parece que no habrá esperanza. Aun cuando parece que ya es demasiado tarde.
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