Comarca del Norte (España). En 1989 y 2005 varios niños desaparecieron de sus hogares sin dejar rastro. Juan Smith y Carlos Olóndriz, dos avezados inspectores, se hicieron cargo de los casos desde el principio, pero, por más pistas que siguieron y a pesar de las largas horas de trabajo y los intensos quebraderos de cabeza, no tuvieron éxito en encontrarlos.
En 2015 Manuela Parrisi, una joven periodista obsesionada con las desapariciones, se reúne con ellos en busca de respuestas. Juntos emprenden una nueva investigación que los conducirá hacia los abismos más oscuros del alma humana.
Samuel J. Peñalver
Samuel J. Peñalver (Molina de Segura, 1977) es autor de dos novelas autopublicadas: El legado de los búhos (2018) y La educación de Rosario Reig (2021), esta última bajo el seudónimo de Jönás Roda.
En ambas, el autor aborda los aspectos más oscuros de la sociedad actual y la sordidez humana como un viaje dantiano a los infiernos. La denuncia del sistema y las formas que adoptamos ante la adversidad y el sinsentido son temas recurrentes en su narrativa. Con El olor de la tierra mojada completa un fresco que inició con su primera novela.
Enamorado del ingenio, se considera a sí mismo como un escritor cervantino nadando a contracorriente en la sobremodernidad. Construye un imaginario repleto de personajes insatisfechos y espacios opresivos, producto, tal vez, de su auténtica pasión: la lectura (la escritura solo es un reducto consecuencia de lo primero, además de una necesidad física).
«La vida no se detiene nunca si hay un escritor observante y un lector ávido de emociones y descubrimiento».
Autora
Óscar Francisco –
Probablemente el mejor escritor actual del mundo
Mónica Gómez (propietario verificado) –
Leer a Samuel siempre es garantía de calidad. Se nota su oficio en cada página, en su narrativa, en el uso de los recursos literarios, para hacer de la lectura la experiencia mayúscula, que solo las grandes obras consiguen.
El título muy bien llevado, me trasporta a la ambientación que ha conseguido a lo largo de la novela, excepcional. Me evoca a aquellas novelas negras que tanto he disfrutado a lo largo de mi vida. Se podría catalogar, también, dentro del thriller psicológico rural, con su control del suspense y el ritmo, manejando perfectamente el Cliffhanger, y así logra ir aumentando la tensión del lector al cerrar los capítulos con escenas a las que volverá llenas de incógnitas y dudas. La estructura nos va llevando del presente al pasado, en diferentes momentos, para ir reconstruyendo esta historia llena de incertidumbre y misterio. Los personajes se van desarrollando en diferentes capítulos, preguntándose el lector, que les unirá con los principales y a la historia que nos presenta. Es un puzzle que iremos descubriendo, dentro de un engranaje muy bien trazado e ideado. Si algo caracteriza al autor es su capacidad para poder navegar en lo sórdido de la naturaleza humana, en las bajas pasiones, pero también en las virtudes, a través de un lenguaje directo, duro por momentos, desgarrador. Cada palabra está perfectamente escogida, para deslumbrarnos con esta capacidad narrativa. No sobra ni falta nada, un ritmo y un desarrollo perfectamente calculado, para no sacarte de la lectura en ningún momento. Nos presenta sus pensamientos rompiendo cualquier estructura clásica con gran maestría. Y así va jugando con el lector, atrapándolo en esa telaraña de enigmas, de preguntas que uno se va haciendo, pero que hallarán sus respuestas en el momento oportuno. Otra cualidad del autor es lograr llenar cada página con escenas que visualizamos con contundencia: los personajes, las situaciones, los escenarios y la acción, consiguiendo golpearnos cuando él lo desea y bajar el ritmo de igual forma. Una Comarca del Norte tan bien dibujada con su climatología extrema, envuelta en lluvia, frío, niebla y espesura, como pide esta trama, acompasándola en cada página. Un libro que hay que leer, que recomiendo por todo lo mencionado. Es difícil encontrar esta calidad narrativa, este control en todos los aspectos y esta forma de transmitir que se cuela en el imaginario del lector. Samuel posee un don innato para la literatura, pero su formación constante, su paciencia para trabajar cada proyecto con gran mimo, sin prisas, dejándolo cocinar a fuego legro, junto con su gran pasión por la literatura con mayúsculas, han sumado lo necesario para que sea un autor de los que siempre se espera algo muy grande. Muy fan.
Pilar (propietario verificado) –
Por lo general, los lectores decimos que una novela es buena cuando nos atrapa la trama, nos gusta la historia, nos emociona y empatizamos con los personajes. “El olor de la tierra mojada”, además de cumplir con esos requisitos, contiene elementos que solo manejan los grandes escritores, como es el caso de su compleja estructura, con un inicio “in media res” y un transcurso que intercala analepsis; la utilización del flujo de consciencia, técnica propia del monólogo interior, y el uso del “cliffhanger”, inherente al “thriller”, entre otras; la magnífica ambientación; la habilidad del autor para modelar el tempo; y su brutal narrativa. A ello se le une que los temas que trata no nos dejan indiferentes: la desaparición de unos niños, la pederastia, las redes de adopción ilegal, el blanqueo de dinero… En la que todo encaja a la perfección.
Aunque la obra se podría encuadrar en el “thriller” rural o psicológico, por lo ya mencionado anteriormente y también por su dosis de misterio y tensión, en mi opinión es una novela negra, ya que el acento no está puesto en la acción y su ritmo es más lento, en parte porque el autor lo alarga por medio de digresiones, pero en especial porque pone en evidencia problemas sociales, asociados a la corrupción y a lo peor de la condición humana, y porque algunos de sus personajes presentan aspectos sombríos y sórdidos.
Es obvio, en base a lo expuesto, que esta novela no es solo buena, sino EXCELENTE, de una calidad literaria superior, muy visual y envolvente. Para mí ha sido un placer enorme leerla y la recomiendo por completo.